viernes, 27 de julio de 2012

Die dreaming: Capítulo 2.

Me desperté con un sobresalto. Un grito. James. Me levanté rápidamente. Algo estaba cambiado.

-¡Papá! - grité.

Pero nadie respondió. Fui al cuarto de mis hermanos pequeños pero la puerta no se abría.

-¿Tessa? ¿Tess eres tú? - gritaba Michael desde dentro.
-¡Sí!, ¡Mik abre la puerta!

-¡No puedo! ¡No se abre!
Decidí llamar a Logan que, medio dormido, salió enfurruñado.
-¿Qué pasa?

-¡La puerta no se abre!
-Torpe a ver, déjame a mí.

Cuando pasó delante mía, pude comprobar que llevaba sus walkies enganchados en el pantalón. Michael comenzó a gritar como un histérico mientras que Logan perdía la paciencia. La puerta seguía sin abrirse.

-¡Michael! ¡Relájate! ¿Dónde está James? - gritaba Logan.
-¿James? Está en la litera de arrib...
-¿Mik? - pregunté.
-¡NO ESTÁ!

-¡¿Qué?! - dijimos al unísono.
-Se acabó - dijo Logan - Michael, aparta.


Logan abrió la puerta de una fuerte patada. Michael estaba debajo de su escritorio temblando. James no estaba. Su cama no estaba deshecha. Llamamos a la abuela y a papá. No estaban. Estábamos Logan, Michael y yo; solos.
Nos sentamos en la alfombra del salón en silencio. Michael, que aferraba su bloc con decisión, se levantó.

-¡Claro! ¡Esto es un sueño!
-Sí, claro, ¿qué haces en mi sueños entonces?
-¿Qué?
-Es imposible que todos estemos en el mismo sueño, imbécil.
-Pe...pe...pero...


Michael se desplomó. Logan estaba pensativo. ¿Realmente era un sueño? Logan nunca había estado pensativo tanto tiempo. Michael no paraba de temblar.

-No puede ser, no puede ser, no puede ser...
-¡CALLA, NO ME DEJAS PENSAR! - explotó Logan.
-¿Tú? ¿Pensando? Despertadme por favor - dije con sorna.

-¡JAJAJA QUÉ GRACIOSA! - dijo enfadado - A ver guapa. Si a mí me has despertado tú, ¿cómo te has despertado?
-Un grito de James.
-James... ¿Y a ti Mik?
-Pa...papá me estaba llamando...


Entonces, un olor vagamente familiar inundó la habitación. Tarta de chocolate. Logan se levantó y fue a la cocina, goloso. Michael me miraba con miedo. En la cocina, Logan buscaba desesperadamente la tarta, sin éxito. Michael cogió su bloc y comenzó a dibujar rápidamente la cocina desde nuestro punto de vista. Una vez terminado el dibujo, lo miró extrañado.

-Mira en ese armario.
-¿Qué armario?
-¡Ése!


Michael señalaba un armario de madera oscura. Un armario que no recordaba haber visto nunca. La tarta estaba dentro, intacta. Junto a ella, había tres sobres en los que se leía "Logan", "Tessa" y "Michael". Abrí el que llevaba mi nombre.
"Y un brujo bueno y una bruja mala"
James, el sueño de James.
-¡No lo entiendo! - dijo Logan después de leer su sobre - ¿Dragones dorados surcando un cielo naranja y un río de fresa?
-Es del sueño de James idiota - dijo Michael - El mío dice: Duendes y hadas en un valle de chuches.

-En el mío pone: Y un brujo bueno y una bruja mala.
-Pues no lo entiendo... - seguía Logan.

Decidimos no tocar la tarta, a regañadientes de Logan. De pronto, alguien llamó a la puerta. Michael volvió a temblar. Logan fue a mirar por la mirilla. No había nadie.
Logan se giró y volvieron a llamar. Michael fue a la puerta pero seguía sin haber nadie. De repente, un papel se deslizó bajo la puerta. "Comed tarta" Decía. Logan fue al armario y cogió un poco de tarta. Entonces, volvió a mirar. 

-No-puedo-creerlo.
-¿Qué pasa?
-¡Pillad tarta!


Nos encogimos de hombros y cogimos un trozo. En la puerta, había un hombre menudo con un traje de chaqueta blanco. Tenía una barba roja que le llegaba al pecho. 

-¿Le abrimos? - preguntó Michael.
-Conmigo aquí no puede ocurrir nada malo.

-Abre pues, valiente.

Logan abrió y el hombrecillo entró mientras Michael daba un paso atrás.

-¿Eres un duende? - preguntó Michael.
-¡Michael!

-Tranqui Tessa.
-Un momento, ¿cómo sabes mi...?

-¿Nombre? Sé muchas cosas. Michael, sí soy un duende.
-¿Eres el brujo bueno?
-Sí.
-¿Qué demonios le pasa a Logan? - me susurró Michael.
-Ni idea, pero está super raro.


Logan y el hombrecillo se fueron a el estudio de papá a hablar. Michael y yo nos quedamos solos en la alfombra, sopesando la información que ya teníamos.

-Podríamos estar en otro mundo.
-Lo dudo...
-Algo que no entiendo es a qué viene lo del brujo.


Entonces, caímos en la cuenta de lo que realmente estaba ocurriendo y nos miramos con asombro.

-¡Estamos en el sueño de James!

Michael empezó a moverse tembloroso diciendo: "No puede ser". De repente, Logan salió del estudio; el duende no estaba con él. Entonces, dejó uno de sus walkies en la puerta y salió dando un gran portazo.
Michael se abalanzó ante él e intentó contactar con Logan, sin conseguirlo. Michael bostezó. Se moría de sueño, así que decidimos ir a dormir. En su cuarto, dejó el bloc en su escritorio y se tiró en la cama. Mientras me iba a mi cuarto lo miré, parecía estar llorando. 
Dejé el walkie de Logan en su cuarto y me fui al mío. Me tiré en mi cama también y me dormí profundamente.

martes, 24 de julio de 2012

Die dreaming: Capítulo 1

-¡Oh no! ¡Las 7:30!

Tarde. Logan había vuelto a ocupar el baño. Llegaríamos tarde otra vez, para variar. En el comedor, Michael estaba dándole a James una charla sobre las calorías que tenían los cereales que acababa de coger. James resoplaba.

-¿Cereales Tess? - me preguntó papá.
-Claro - bufé.

Michael se giró y empezó a darme su charla matutina a mí, mientras tanto, se escuchaba a Logan cantando en la ducha a pleno pulmón y James se puso a hablarle a papá.

-Porque si no les echas leche, al final... - explicaba Michael.
-Y papi, había unos dragones muy, muy, muy grandes... - contaba James.
-Oh yeah, yeah, my babe... - cantaba Logan.


Basta. Exploté.
Papá consiguió que Logan terminase rápido en el baño a regañadientes. No dejaba de admirar su perfecto pelo y su perfecta sonrisa.

-¿Sabes qué? - le dije - Eres un perfecto engreído.

Papá nos llevó hasta el instituto. Nuestro instituto era muy pequeño y no muy acogedor. Logan me empujó y me tiró la mochila al suelo, siempre hacía algo así cuando había chicas delante. 
Entré con Michael justo después que él. La directora; la amabilísima directora Cardigan, estaba revisando todas las taquillas con el conserje, buscando droga, estaba obsesionada con eso.
Llegué a mi clase y Sarah, mi mejor amiga Sarah, me esperaba en su asiento poniéndose pintalabios.

-¡Tessa!
-Hola Sarah, no veas la mañana que he tenido, Logan...
-¿Logan? ¿Ha venido?
-Claro, ¿por qué no iba a...?
-¿Sí, ahí está!


Logan, el eterno príncipe azul, lo más de lo más. Todas las chicas del instituto, incluida Sarah estaban coladitas por él. Era una auténtica pesadilla. Por los pasillos se oía suspirar por una mirada de sus "profundos" ojos azules, ¿profundos? y un cuerno. Anhelaban ver su rubia cabellera (de bote) por los pasillos.
Mi hermano, definitivamente, era el tema favorito de conversación. Y lo peor de todo, era que siempre me dejaba como una estúpida, acabando sus burlas con un:

-Pero es mi hermana y en el fondo, la quiero.

Patético.
El timbre sonó y todos volvieron a sus respectivas clases. Sarah estaba ruborizada. Dos horas más tarde, estábamos desayunando. Tres chicas vestidas de rosa, las "Reinas de la Moda" o como todos las llamábamos, las K's, se nos acercaron.

-Tessa Flowers.
-Katherine Brooks.
-Las chicas y yo queremos ver a tu hermano hoy.
-¿En mi casa? Jáh.
-No te puedes negar Tessa Flowers.
-No me podéis obligar Kaira Naugty.
-¡NO LE HABLES ASÍ A KAIRA!
-Lo siento Katie, pero no podéis venir.


Las K's se fueron refunfuñando. Esas chicas eran lo que más odiaba en el mundo unido: El maquillaje, el rosa, el pelo falso y el plástico en el cuerpo. Katherine Brooks, Kaira Naugty y Katie Smith; tres barbies.
Sarah, riéndose aún sacó su desayuno. Traía un bocadillo vegetal. Solía ser muy cargante respecto a lo que debía o no comer para estar en mi línea. Saqué mi desayuno; esta vez consistía en un pequeño brick de leche y media tableta de chocolate. Mi padre no se comía la cabeza a la hora de alimentarnos.

-No me mires así, mi madre está en Londres y mi abuela Ellen en Dinamarca, y ya sabes que mi padre no se complica en la comida.
-Aun así deberías cuidarte un poco más.

De repente una cabellera rubia falsa se me acercó por detrás y vi como Sarah se ponía roja.

-¿Qué? - dije.
-¿Cuánto? - me preguntó.
-Media.
-¿Te queda?
-No pienso darte, vete.
-Dame.
-Toma pesado.


Una vez Logan se había ido con un trozo de chocolate en la boca, Sarah me miró y dijo:

-In-cre-í-ble.

La campana sonó y entramos en nuestra aula. La profesora Rose ya estaba dentro; como siempre, se subió las gafas y nos miró malhumorada.

-Llegáis tarde.
-Eso no es verdad - dije - llegamos pronto.
-He llegado antes que ustedes señoritas.
-¡No hay nadie! - reprochó Sarah.
-Sentaos.


La profesora Rose parecía una bruja. Gafas, nariz picuda y el pelo recogido en un moño. Su suéter malva de flores negras y la falda larga que ocultaba sus huesudas piernas. Por lo que sabíamos tenía 28 años pero aparentaba más de 50.
Las clases acabaron y todo el mundo se fue a su casa, mis hermanos y yo nos quedamos esperando a papá que, como siempre, se retrasaba.

-¿Tenéis un chicle? - preguntó Logan.
-No.
-Tío vamos a comer - dijo Michael.
-Primero: no me llames tío aquí.
-Prepotente - le contesté.
-Calla - me cortó - y segundo: me da igual.


Mi padre llegó unos 10 minutos después, Logan se sentó delante y no paró de mirarse en todos los espejos del coche.

-¿Sabes qué papá? - no le dejó responder - Mi profesora me ha felicitado por mi gran traducción en francés, dice que está perfecta.
-Pedante - susurré.
-Tessa, te he oído.
-Es que no se calla ni bajo el agua.
-Tess, querida, se suele decir debajo del agua.
-¿Ves?


James, al que ni siquiera habíamos saludado, aprovechó el silencio para contar el sueño que había tenido. "Dragones dorados surcando un cielo de color naranja y un río de fresa. Un valle de chuches; duendes y hadas. Un brujo bueno y una bruja mala". Un sueño muy común de James que, al fin y al cabo, tenía 9 años. 
Michael intentó explicarle el por qué eso jamás sucedería pero James se negó a creerle. Llegamos a casa y papá fue al garaje a aparcar el coche. La comida estaba sobre la mesa. Subí al baño a ponerme algo cómoda, estaba terminando de cepillarme el pelo cuando James aporreó la puerta.

-¿Qué quieres?
-Necesito hacer pis, ya.
-Pero es que...
-¡De verdad que tengo que ir ya!
-¿Por qué no vas al de abajo?
-Logan.
-De acuerdo...


James entró en el baño. Sólo tenía que decir Logan para saber que éste estaría mirándose al espejo. Una vez cómoda, bajé al comedor. Michael estaba un tanto serio, removiendo la comida.

-¿Te pasa algo Mik?
-¿Eh? No... nada...

-Suéltalo.
-Pues... - de repente entró papá - ¡He dicho que no es nada!


Me senté a comer y James bajó a hacer más de lo mismo. Logan llegó el último con sus aires de prepotencia, como si él fuera el rey de la casa. Engreído. Entonces, el teléfono sonó, era la abuela Ellen. Papá puso el altavoz.

-¿DAVID?
-Mamá estoy aquí no grites.
-Ah, hola. ¿Están mis chicos?
-¡Abu! - dijo James.
-Hola mi Jamie.
-¡Abuela!
-Esa es mi niña.
-¡Madre de mi progenitor!
-Alguien así solo puede ser el pequeño Michael.
-¡Eh!
-Tan expresivo solo puede ser Logan.
-¿Por qué llamas mamá?
-Voy a ir a visitaros.
-¿Qué? ¿Cuándo?
-Jijijijijijijiji. Ya.
-¿Ya? - dijimos todos a la vez.


Entonces, la puerta sonó y papá fue a abrir. La abuela Ellen apareció llena de bolsas y dos maletas. Como siempre, trajo regalos para todos. A papá una corbata azul marino. A James un dragoncito de peluche. A Michael un bloc y un bolígrafo  y a mí, una pequeña muñeca de trapo. Logan, que fue el último al darle su regalo, no lo esperaba con mucha ansia. La abuela siempre que nos traía un regalo, era algo para niños pequeños así que, se esperaba cualquier cosa. Eran unos walkies. Logan bufó algo decepcionado y se fue a su cuarto. Michael, James y y yo estábamos contentos con nuestros regalos. A Michael le parecía algo instructivo e interesante.
Más tarde un inmenso olor a chocolate inundó la casa. Cuando bajamos, la merienda estaba servida. Galletas, tortitas, brownie de chocolate. Pero eso no era lo que nos hacía imaginar un palacio de chocolate. Era la gran tarta que nos esperaba para la cena. Michael y James estaban jugando con sus regalos mientras merendaban y papá estaba en el estudio. Logan estaba en el comedor cogiendo algo para beber; la abuela le había obligado a poner la mesa.

-Cariño - me dijo - habéis crecido mucho desde que no os veo ¿Cuántos años tenéis ya?
-El señorito Logan...
-¡Te he oído! - dijo él.
-Lo que decía, tiene 17. Mik...
-¿Mik?
-Sí, a James le dio por llamarle Mik y se nos ha pegado.
-Ahhh el pequeño Jamie.
-Sí... Bueno, Mik o Michael, tiene 14.
-Por lo que deduzco que tú tendrás 15 ¿me equivoco?
-En absoluto y James...
-9, me lo ha dicho hace un rato - dijo sonriendo.


La abuela cogió a James en brazos y se puso a hacerle carantoñas. Sin mamá, le hacían falta unos cuantos mimos.
Después de merendar, me quedé en el salón con la abuela hablando sobre el instituto, las amigas y mis hermanos hasta que se nos hizo de noche. Entonces, nos mandó uno a uno a la ducha y después de inspeccionarnos de arriba a abajo, nos dio la cena y al fin, un trozo de tarta. Papá puso el fútbol y Logan se unió al él mientras la abuela tejía y James ayudaba, con dragón en mano a Michael a trazar en su bloc un plano de toda la casa. Al rato, mientras Michael y James iba a su cuarto compartido a dormir y Logan bostezaba, destapé mi cama y me acosté. Papá y la abuela vinieron a darme un beso de buenas noches y, entonces, me dormí.